SALUDO DEL NUEVO
PAPA DE LA IGLESIA CATOLICA
Elección del Papa
Al segundo día de iniciado el cónclave, el cardenal argentino Jorge Mario
Bergoglio es el nuevo Papa. El jesuita argentino de 76 años fue elegido al
quinto escrutinio como sucesor de Benedicto XVI, y es el Papa número 266. Recibió
una mayoría de dos tercios de votos de 115 cardenales electores, de 48
nacionalidades, reunidos durante dos días en la Capilla Sixtina.
La fumata blanca se había asomado con fuerza a las 19.06 -acompañada
enseguida del repique de todas las campanas-, al cabo de una jornada de lluvia
que no fue capaz de frenar el entusiasmo de los fieles, que en ese momento
llenaban ya la plaza de San Pedro. Veinticinco
minutos después de la fumata blanca, la banda de la música de la Gendarmería
vaticana irrumpía también en la plaza al son de una de sus marchas, seguida de
la Guardia Suiza, que formaba un piquete de honor para recibir al nuevo Papa.
Unos minutos después llegaba la banda de los Carabinieri con una tonadilla
alegre y pegadiza. Detrás de ellos, la Marina Italiana, la Aviación, el alcalde
de Roma, Gianni Alemanno. ¡Era la mayor fiesta del año para la ciudad de Roma y
para el mundo!
Fue una alegría incontenible, banderas de diferentes paises ondeando, con
gritos de «¡Viva el Papa!» en todos los idiomas, antes de conocer su nombre. En
la plaza había una presencia masiva de jóvenes, y a medida que iban llegando
los romanos descubrían que tenían que quedarse en Via della Conciliazione, pues
la plaza estaba ya abarrotada.
El entusiasmo era indescriptible en la plaza y esta vez era mundial, pues
la fumata había sido seguida por televisión en directo e Internet en todo el
planeta. En cuanto se vio claro que era blanca, se desencadenó una oleada de
tuits: del Pontificio Consejo de Comunicaciones Sociales y de diócesis de todo
el planeta. La fiesta era, enseguida, mundial. Era la alegría de la «Ciudad y
el mundo», que el Papa iba a bendecir «Urbi et Orbi» desde el balcón de la
basílica de San Pedro.
El protodiácono del Vaticano, Jean-Louis Tauran, anunció que el nuevo líder
de la Iglesia Católica adoptaría el nombre de Francisco I. Minutos después el nuevo Pontífice salió al palco principal de
la Basílica de San Pedro para saludar a los miles de fieles que esperaban su
anunciación. La mayor multitud jamás reunida en la plaza de San Pedro para
saludar a un nuevo Papa recibió con un aplauso atronador el anuncio de la
elección del cardenal arzobispo de Buenos Aires, Jorge Mario Bergoglio como
Francisco I.
Como su estatura no es muy alta, le pusieron una peana cuando se asomó al
balcón, con un aspecto serio que recordaba a Pio XII pero más sonriente. Su
primer saludo fue: «Fratelli e sorelle, buona sera!». A continuación, también
en italiano, comentó con sencillez que la ciudad tenía un nuevo obispo: «Mis
hermanos cardenales han ido a buscarlo casi al fin del mundo. Os agradezco la
acogida».
A continuación vino la primera sorpresa: «Antes de nada querría hacer una
oración por nuestro obispo emérito, Benedicto XVI, Recemos juntos por él, para
que el Señor lo bendiga y la Virgen lo custodie. Padre Nuestro… Dios te Salve María… Gloria al
Padre…». Era una continuidad visible.
El Papa Francisco I explicó que «comenzamos un camino de fraternidad, de
amor, de confianza. Recemos para que haya una gran fraternidad en todo el
mundo», y especialmente «en esta bella ciudad».
Enseguida llegó la segunda sorpresa: «Antes de dar la bendición os pido un
favor, que pidáis al Señor la bendición para su obispo. Hagamos en silencio
esta oración vuestra por mí». Inclinado humildemente, el Papa Francisco I
espero un momento. Luego le colocaron la estola y comenzó su primera bendición
«Urbi et Orbi».
Se despidió anunciando que al día siguiente iría a rezar a la Virgen y con
un sencillo: «Buenas noches y buen descanso». Era ya una presencia familiar. Un
Papa sencillo, un Papa «de casa».
No hay comentarios:
Publicar un comentario